Igor Stravinsky,
Arnold Schöemberg, Alban Berg y otros señalaron nuevos caminos para la música
del siglo XX. No es este el caso de
Sergei Vasilevich Rachmaninoff (Novgorod Oblas, noroeste de Rusia, 1873-
Beverly Hills, Calofornia 1943). Desde esta perspectiva su obra aparece como
inmóvil, anclada en un pasado, el pasado postromántico en el cual vivió el
autor su juventud, precisamente allí donde Piotr I. Tchaikovsky (a quien
Rachmaninoff llegó a conocer y veneraba) lo dejó. Ello nunca ha de verse como
una reacción negativa de este gran pianista, director de orquesta y compositor. Al igual que el padre de
Tchaikovsky (o Chaikovsky), el de Rachmaninoff también ejercía la carrera de
las armas, hombre poco previsor y dado a la ostentación llevó a su familia, de
raíces aristocráticas, a la más pura ruina para después separarse de su esposa
y abandonar la familia tras la muerte de una de sus hijas.
Cuarto de seis hermanos, Sergei se inclinó hacia la
música a pesar de que nada le gustaba estudiar. Nicolau Zverev --- profesor,
había sido alumno de Franz Liszt --- le marcó las pautas y organizó sus
estudios para que el joven llegara a la popularidad aunque nada fácil fue.
A finales de 1890 escribió su concierto nº 1 para
piano (en fa sostenido, opus 1) y dos años después recibía la medalla de oro
del Conservatorio (del cual había sido expulsado en tiempos de estudiante)
gracias a su ópera “Aleko”. Tchaikovsky continúa animándole y a su muerte (1893), Sergei,
después de una depresión, le dedica su famoso “Trío Elegíaco” (opus 9).
Profesor ya reconocido, en sus horas libres ejerce de compositor. Nacen “Fantasía
para orquesta”, “Fantasía para dos pianos”, “Capricho
bohemio” y la sinfonía nº1 (en 1895, cuando el autor cumple 22 años) la
cual (en re menor, opus 13) es destrozada por gran parte de la crítica y por
César Cui (miembro de “Los cinco”) quien la compara con las
plagas de Egipto lo cual lleva a Sergei a la desesperación a pesar de ser
animado por el escritor Leon Tolstoi. Por suerte perseverará y continuará. En
1907 estrena su sinfonía nº 2 (en mi menor, opus 27) que es aclamada.
Veintinueve años después, ya en Estados Unidos, dará su sinfonía nº 3 (en la
menor, opus 44), más ligera y menos academicista que la 2ª a pesar de no tener
tanta aceptación. Los conciertos para piano nº 2 (en do menor, opus 18) y nº 3 (en re menor, opus 30) son muy populares
a causa de la belleza de las melodías y la efervescencia de sus temas
emocionales sin restar el elemento del virtuosismo en donde Rachmaninoff seguía
los pasos de Franz Liszt o de Frédéric Chopin. La parte orquestaL se expresa
líricamente reforzando la importancia del piano con personalidad propia (quizá
en nº 3 sea el más conseguido aunque el más conocido sea el nº 2, gracias al
cine). Otras obras importantes: “Rapsodia sobre un tema de Paganini”
(opus 43), los “24 preludios para piano”, cada uno en distinta tonalidad y los
“Momentos
musicales” de escritura tan clara y sencilla como entrañable. También ers
curiosa su sonata en si bemol menor (opus 36) con continuos vaivenes de
caracteres con planteamiento cíclico y algunos poemas sinfónicos como “La
isla de los muertos” (opus 29) según el cuadro del pintor Arnold
Bocklin (inspirador de “La isla de la Calavera” en donde
vivía King- Kong en la famosa película del mismo título del año 1933), con
aspectos lúgubres en la orquestación de Rachmaninoff de acuerdo con lo
representado en el cuadro.
Siendo un hombre totalmente apolítico tuvo que
abandonar su Rusia natal en 1917 --- él solo quería vivir en paz para
desarrollar su música --- por estar en la lista de proscripciones del nuevo
régimen bolchevique (para muchos tan intolerante y dictatorial como el del
zar). Se exiló a estados Unidos y falleció en 1943 sin poder volver a su patria
en donde, al igual que Stravinsky (este al menos pudo realizar un viaje en
1962) era denigrado por las autoridades.
“No soy un compositor que produce obras de
acuerdo con las fórmulas de teorías preconcebidas. Siempre he sentido que la
música la expresión de la compleja personalidad del compositor; no ha de llegar
a confeccionarse cerebralmente con una medida exacta hecha para adecuarse a
ciertos moldes preestablecidos”.
Con estas palabras de Rachmaninoff se refutaban
las opiniones de “conservadurismo”, encorsetado en un romanticismo obsoleto.
Para él la música debía interpretarse simple y directamente según los
sentimientos del compositor...
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