lunes, 23 de noviembre de 2015

KING VIDOR, SABIDURÍA CINEMATOGRÀFICA



“El cine de Vidor nos recuerda que hubo un tiempo en el que los personajes que aparecían en la pantalla eran seres vivos, reales, íntegros, no estos fantoches impersonales y ridículos que tanto proliferan hoy; películas dotadas de una entidad  humana y existencial, de una reflexión constante sobre la vida y el hombre, todo lo contrario que sucede ahora, donde no hay reflexión ni inteligencia, ni sensibilidad, ni nada de nada.......”
                                                                 Carlos Señor en la introducción de “King Vidor” (1)

El hecho de escribir sobre King Vidor fue la feliz revisión de dos películas suyas: “Our daily bread” (“El pan nuestro de cada día”, 1934) y “The fountainhead” (“El manantial”, 1949) que junto a otras como “Ruby Gentry” (“Pasión bajo la niebla”, 1952), “Man without a star” (“La pradera sin ley”, 1955) o “War and peace” (“Guerra y paz”, 1956), etc. confieren el título de maestro indiscutible a este gran realizador clásico llamado King Wallis Vidor (1894- 1982). El tema inherente en Vidor era la tensión/confrontación entre proyectos, polos, intentos a realizar, trayectorias;...... los personajes vidorianos siempre oscilarán entre pasiones, metas, amores dando lugar a detonaciones paroxísticas y violentas que enriquecen la diáfana obra y el pensamiento del autor, siempre fiel a su estilo y a sus ideas (unas 50 películas componen su filmografía).
-El manantial, producción de  Warner Bros con guión de Ayn Rand sobre su propia novela, trata del enfrentamiento entre el hombre genial y la masa amorfa y manipulada. La secuencia inicial es valiosamente reveladora: repetido rechazo de los proyectos del arquitecto Howard Roark (formidable Gary Cooper). No quiere construir según lo establecido sino con sus propias ideas. Es un claro ejemplo de constructivismo positivo, no egoísta. En complemento/contraposición está Gail Wynand (Raymond Massey), un hombre que comenzó de la nada y fundó un periódico sensacionalista: da lo que desean oír las masas. Se casará con Dominique Francon (Patricia Neil), critico artístico de su periódico, aunque ella ame a Howard mientras el otro crítico, Ellsworth Toohey (Robert Douglas) deviene feroz enemigo del arquitecto. El día en que Wynand decide ser honesto y publicar la verdad, defendiendo a Roark, se hunde porqué no es él quien manda sino los vectores que dirigen esta masa. La historia está basada en el famoso arquitecto Frank Lloyd Wright (curiosamente algunos de sus diseños aparecen en la película). La elección de planos, valoración de las miradas, el virtuosismo ideal de la planificación, el inigualable uso de la luz/sombras, puesta en escena modélica hacen de “El manantial” una obra maestra del Séptimo Arte y del autor. Solo por el hecho de enfrentarse a lo políticamente correcto el film ya merecería mis simpatías.
-En El pan nuestro de cada día (guión de Elizabeth Hill y del realizador Joseph L. Mankiewicz sobre un argumento del propio Vidor), el matrimonio John y Mary Sims  (Tom Keene y Karen Morley) huyen del casero, las deudas y  la miseria. Van a trabajar un campo cedido por el rico tío de John. Terreno difícil de cultivar, dejarán entrar a personas necesitadas, como ellos, para hacerlo, formando un cooperativismo (no se puede pagar con dinero pero al menos pueden llenar los estómagos). Muchos problemas, muchas dificultades pero seguirán adelante. La gente que se presenta ante John pertenece a todos los oficios (albañiles, carpinteros, músicos) y son mostrados sin cortar el plano y sin destacar a nadie en particular. Perfecta relación tierra/personas que la trabajan. Todos tienen importancia (el final cuando el agua invade los sembrados salvando la plantación, a punto de perecer por la sequía, es apoteósico). El film es un himno a la tierra y compendio de valores humanos como  la solidaridad: cooperativismo si, pero no de estado. Película sobre la depresión del 29, de la misma madera que The grapes of wrath  (Las uvas de la ira) de John Ford (1940) y prácticamente a la misma altura. Tenemos una comunidad libre e igualitaria y la masa que la forma son seres individuales en muestrario de esfuerzos para la supervivencia y la dignidad. Magnífico uso de los travelling y algún cambio de escena mediante la cortinilla (2).
-Después logré revisar Beyond the forest (Warner Bros., 1949), inédita en España, técnicamente casi a la altura de las otras dos comentadas. Una mujer ambiciosa y amargada (Bette Davis) quiere abandonar a su marido (Joseph Cotten), médico rural, hasta el intento de abortar (el deseo más grande de su marido es el hijo que ha de nacer). Quizás algún personaje secundario no esté tan bien bordado como en las otras (imposiciones de la productora) pero gran película.
-King Vidor, hijo de un granjero y maderero, siempre buscó su independencia económica, entró joven en el cine escribiendo guiones, filmando documentales y cortometrajes para pasar a la realización y llegar a ser un pionero de arte naciente. Su acervo de cine mudo ya le convierte en uno de los más grandes directores de la historia del cine. Junto a alguna comedia irrelevante (Tintín de mi corazón)  y obras de aprendizaje consigue con The big parade (El gran desfile, 1925) uno de los más grandes éxitos de la historia cinematográfica y con The Crowd (....Y el mundo marcha, 1928) su mejor ejercicio mudo y una de las obras cumbre de toda su carrera. Como otros grandes clásicos se adaptó perfectamente al sonoro. Ya en su 1ª etapa parlante tiene un par de films sobresalientes: Hallelujah (Aleluya, 1929) y The champ (El campeón, 1931) junto con alguna mediana como Bird of Paradise (El ave del Paraíso, 1932), intento de buscar un exotismo mediocremente conseguido. Después viene una etapa de transición (1935-45), con algunas obras poco vistas o desapercibidas, otras que sufren cortes de las productoras (Cenizas de amor, 1945) y otras formidables: Stella Dallas (Stella Dallas, 1937) o The citadel (La ciudadela, 1938). En todas ellas siempre pudo desarrollar sus ideas sobre los seres humanos y el mundo con su preferencia --- hablando de géneros aunque no fueran codificados teóricamente--- melodramática. Así, Duel in the sun (Duelo al sol, 1946) --- ya en su etapa final, de gran madurez--- es un western pero los cimientos son de melodrama que junto a Man without star (La pradera sin ley, 1955) son sus mejores aportaciones al género (hablé de ellos en un ya lejano escrito en 1989 sobre Los westerns de King Vidor, donde tampoco ha de olvidarse Paso al noroeste con Spencer Tracy, 1940). Westerns de ley. Cierra su ejemplar filmografía la monumental War and peace (Guerra y paz, 1956) y Salomon and Sheba (Salomón y la reina de Saba, 1959). La primera es una perfecta fusión de las ideas cinematográficas del realizador con las literarias de León Tolstoi (a quien Vidor admiraba). Vidor esquivó los deseos de espectacularidad que podían darse (producción Carlo Ponti- Dino de Laurentiis para Paramount) y filmó la mejor versión de la novela de Tolstoi. La irregular Salomón y la reina de Saba tuvo problemas (el más grande fue el fallecimiento de Tyrone Power durante el rodaje a causa de un infarto, siendo substituido por Yul Brynner) habiendo, sin embargo, escenas brillantes dignas de su autor.

                                                          Narcís Ribot i Trafí



1)- No muchos libros se han publicado aquí (hay quien tiene menos: Henry King o Henry Hathaway p. e.) sobre el realizador: La autobiografía A tree is a tree cuya traducción española (1954) era encabezada por un título ridículo (Hollywood al desnudo). El libro de Carlos Señor (1997) es mucho más interesante de lo que se dijo. También el de mi amigo Fernando Alonso Barahona (1991). Algún que otro trabajo suelto en catálogos de festivales, un interesante escrito a principios de los 80 en una revista, la publicación coral Nosferatu”, octubre-1999 (nº 31) dedicada a King Vidor y para de contar.

2)- Ante los valores propuestos por los clásicos, el infame cine español subvencionado dio hace años la respuesta en un engendro donde se defendía el pasotismo, la vagancia y la oposición al trabajo y al espíritu de sacrificio, gracias a este relativismo moral y este bajo nivel cultural que se intenta imponer. Precisamente una concejal de este partido político --- debidamente conexionada en un ayuntamiento --- defensor y promotor de este cine  dijo que “La música clásica es elitista” con el propósito de eliminar una pequeñísima subvención. Desde luego la cultura a muchos del mismo bando de aquella “ministra”ofensora de la Real Academia de la Lengua” con “Miembros y Miembras” les es totalmente ajena.












lunes, 9 de noviembre de 2015

HENRY KING, EL GRAN OLVIDADO

            Por fin apareció hace unos años (medianos de octubre de 2007) el tan esperado libro (1) dedicado a Henry King (Virginia, 1886- 1982), un excelente realizador del cual pocos estudios se han hecho (aquí, jamás). Fue actor teatral y cinematográfico a partir de 1905 para dirigir su primera película en 1915 Trabajó para diversas productoras hasta ser fichado por la Fox Film en 1930 para realizar un remake sonoro de “Lightin”, de John Ford. A partir de aquí Henry King será un” hombre de la compañía”---- en 1935 habrá la fusión de Fox Film Corporation y Twentieth Century Pictures creándose la 20th Century Fox ---- realizando en 32 años un total de 47 películas (fuera de 20th Fox solo dirigió “Esta tierra es mía”, 1959, para Universal). Fue hombre de confianza del magnate Darryl F. Zanuck, aunque algunas veces chocaran por cuestiones artísticas.
Al ser un todo terreno (su filmografía como la de John Ford, Raoul Walsh, Allan Dwan o Michael Curtiz rebasa los 100 títulos, aunque mucho menos estudiada) y el hecho de que algunos de sus films (independientemente de ser magníficos) se estrellaran en taquilla hizo real el injusto olvido para ser despachado por críticos e historiadores de cine con la consabida calificación improcedente del  honesto artesano sin estilo. Tampoco los cahieristas franceses, otrora valiosos reivindicadores de un John Ford, un Raoul Walsh o un Anthony Mann, hicieron nada por él al igual que los cinéfilos sensibleros del cine antiguo (aquellos que solo se fijan en una serie de tics, de actores, culebrones sobre rodajes accidentados, pomposidades, artificios y kitsch) ni, por supuesto, los snobs o algunos iletrados consumidores exclusivos del cine moderno que nada conocen del CINE (así, con mayúsculas).  Y nada más lejos de esto. Henry King tenía lenguaje propio más que un estilo.
Paradójicamente, y de forma totalmente injusta, fue postergado por su apego a una compañía (20th Fox) al rango de “honesto artesano” capaz de afrontar cualquier género pero no “creador”. Y no es así. Precisamente “dio al menos una obra maestra en cada género, un film de ruptura u obra inclasificable” (2). Nuestro hombre realizará films bélicos (“Almas en la hoguera”, 1949), aventuras (“El capitán King”, 1953), westerns (“El pistolero”, 1950), piratas (“El cisne negro”, 1942), bíblicos (“David and Bathsheba”, 1951), religiosos (“La canción de Bernadette”, 1943) --- King fue siempre un hombre de arraigado cristianismo --- o se convertirá en notable adaptador de reputados dramaturgos como Ernest Hemingway (“Las nieves del Kilimanjaro”, 1952) o  Francis Scott Fitzgerald (novela abiertamente autobiográfica que King pasará al cine como “Suave es la noche”, 1961, su último film) pero en prácticamente todos ellos fluye la sobresaliente habilidad de King para integrar caracteres propios de un género a otro sin brusquedades ni rupturas y sin el peligro de caer en lo grotesco (sin ello es impensable un estudio de la obra de King) y se dará en mayor grado de forma clara y fehaciente en su personal tesitura melodramática que envuelve gran parte de su obra. La calidad tanto en sus films propiamente melodramáticos como en el bélico, western, aventuras, piratas, bíblicos, etc. tapizados (magistralmente) por la esencia puramente melodramática lo justifican sobradamente.
Henry King declaró que “el realizador ha de pasar siempre desapercibido”, él se consideró siempre un narrador, un contador de historias, adoleció siempre de ambiciones y de soberbia; su destreza en emplazar la cámara con el intento del “siempre imperceptible”, su hábil manejo de los actores, su sencillez en la comunicación  hará desembocar en un cosmos policromado que a su vez formará una colección de cuadros cinematográficos de gran valía. Era persona de gran cultura (“escondida”, como John Ford o Henry Hataway). De ahí provenía la composición pictórica que en nada quiere decir barroquismo (en sentido negativo), abigarramiento o esteticismo barato tan proliferante hoy en día. El ser humano era la medida y todo estaba en función de la historia a narrar que fluía en simetría conjuntada con la psicología de la escena y con proporcionada armonía de la composición visual con el elemento sonoro supeditado que funde perfectamente con el relato cinematográfico.
King jamás violenta los ángulos ni construye aparatosos o complicados encuadres, no hace “virguerías” con la cámara para llamar la atención (defecto al uso generalizado de hoy en día). En ocasiones algunas de sus películas aparentemente toman una expresión visual grisácea donde no se vislumbran (al menos en una visión rápida y superficial) atractivos, sacrificados por una articulación narrativa encomiable (“I’d Climb the Highest Mountain”, 1951, obra maestra del realizador y del cine melodramático). De esta manera King fue elaborando un lenguaje propio donde películas y personajes fueron haciéndose gradualmente más complejos sin violentar sus formas ni su estilo progresivamente más traslúcido y exquisito; osmótico a la progresión técnica del cine (color, sonido, pantalla ancha) pero no a las declamaciones y modas transitorias.
Sencillez y desenvoltura en los encuadres, precisa y sensible ordenación del cosmos dramático, conciliábulo entre los diversos planos visuales y la aquilatada dirección de actores (Gregory Peck, Tyrone Power, Susan Hayward estuvieron varias veces bajo sus órdenes) hablan de un valioso lenguaje propio, refinado en la década de los 50 hasta el final de su obra en 1961, sin amaneramientos, rebuscamientos ni retoricismos sin dejar la austeridad ni la reflexión.
Sus personajes, normalmente inteligentes y correctos, prueban en su pellejo las injusticias toleradas o incentivadas por una parte de una sociedad : en “Tierra de audaces”, (1939), Jesse James (Tyrone Power) se hace fuera de la ley a causa de la expropiación de tierras que sufre aunque él quisiera vivir en paz su existencia de antaño como Jimmy Ringo (Gregory Peck) cuya “fama” de rápido pistolero es un incentivo para los buscadores de reputación en la rapidez y pericia con el revolver: “El pistolero”; Pedro de Vargas (Tyrone Power); un noble del siglo XVI huye hacia el Nuevo Mundo perseguido por el malvado inquisidor Diego da Silva (John Sutton) en “El capitán de Castilla”, (1946); Bernadette Soubirous (Jennifer Jones), una humilde campesina asegura haber visto varias veces a una “señora”, La Virgen María, en una gruta próxima a Lourdes, las reacciones son diversas hasta la amenaza de castigos físicos y la acusación de locura aunque ni esto ni su poca feliz vida tras su profesión religiosa hacen vacilar su fe (“La canción de Bernadette”), muy diferentes a algunas acarameladas películas religiosas de la época.
Los amantes del cine clásico estamos de suerte. En un país donde numerosos medios de comunicación se esfuerzan en que los espectadores solo se interesen en lo subvencionado por el pesebre gubernamental (escribí esto en época zapateril) como el cine de Almodóvar o los conciertos de Ana Belén entre otros muchos, la aparición del libro y el interés despertado posteriormente ha sido en verdad un estímulo.

                                                      Narcís Ribot i Trafí



1)- “Henry King”, editado por la Filmoteca Española y el Festival de San Sebastián. Diversos especialistas analizan su obra en correspondientes capítulos como es costumbre.


2)- Prefacio de Quim Casas que, también como de costumbre, está bien, así como un capítulo del mismo (“Resaca tras la fiesta”) que estudia las adaptaciones de Fitzgerald y Hemingway. Para mi gusto está entre lo mejor de un libro imprescindible.